Victoria Kent, la feminista olvidada

Feúcha, alta, encorvada y solitaria, así era Victoria Kent, una mujer de la que mucho se ha escrito y poco se sabe.

Esta malagueña nacida un 3 de marzo de 1889 que se negó a ir a la escuela y recibió clases de su madre terminó siendo maestra. No conformándose con ello, sus padres aceptaron enviarla a Madrid, sin casarse ni hacerse monja, a estudiar bachillerato, alojándose en la Residencia de Señoritas -un foco importante de cultura y libertad sexual-..

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Se presenta en la Facultad de Derecho sin estar matriculada y termina sacándose la carrera. Demuestra su valía como letrada al defender a Álvaro de Albornoz, convirtiéndose en la primera mujer que participa en un Consejo de Guerra.

Participó en la fundación del Lyceum Club de Madrid, llegando a ser vicepresidenta. El Lyceum era un lugar de encuentro para mujeres de la élite española, donde se dialogaba sobre el papel de la mujer, apoyando la cultura de estas -el 70% eran analfabetas a principios de siglo-. Un apéndice de este era el Círculo Sáfico, al que, muy probablemente, perteneció junto a figuras tan importantes de la época como Victorina Durán o Margarita Xirgu.

Se afilia al Partido Radical Socialista, llegando a ser diputada. De este periodo es famoso su enfrentamiento con su amiga Clara Campoamor, a causa del sufragio femenino, al que Victoria se negaba por creer que las mujeres se verían forzadas a votar a la derecha por sus maridos o los curas.

Pero, no siendo suficiente para ella, es nombrada por Alcalá-Zamora, Directora de Prisiones, puesto que ella describe como “la tarea más importante de su vida”. Sus ideales humanísticos se ven representados en los cambios que realizó, mejorando la de vida de los presos. Promovió la reinserción social, eliminó las cadenas y grilletes -fundiendo el acero de estos para realizar un busto en honor a su predecesora, Concepción Arenal-, suprimió la obligación de asistir a misa, sacó a las monjas y creó el Cuerpo Auxiliar de prisiones, e impulsó la cultura. Todo ello en los tres meses que permaneció en su cargo, antes de que ciertos sectores de la sociedad pusieran el grito en el cielo por algunas reformas, como las visitas conyugales, y se vio forzada a dimitir de su cargo.

Comenzada la Guerra Civil, Victoria acude a Guadarrama, para aprovisionar a los combatientes. También ayudó a escapar a centenares de niños de las zonas de guerra.

Es nombrada Primera Secretaria de la Embajada de París, donde se encarga de conseguir pasaje hacia América a todos los refugiados. Ella no corrió la misma suerte, sorprendida por la invasión nazi, abandona París y se esconde en un pequeño apartamento de la Cruz Roja en Bolougne.

Consigue llegar a México, donde dio clases de Derecho, viendo así realizado su sueño, la docencia. Reclamada por la ONU, se traslada a Nueva York para formar parte de la Sección de Defensa Social, cargo que abandonó al considerarlo demasiado burocrático.

A los 62 años, conoce a Louise Crane, su gran amor. Gracias a ella, y a su fortuna millonaria, funda y dirige la revista Ibérica, que informaba sobre la situación en España a los exiliados.

Visitó España, aunque durante un corto periodo de tiempo, según Victoria: “Yo no tengo otra pasión que España pero no regresaré a ella mientras no exista una auténtica libertad de opinión y de asociación”. Por lo que opta por volver a Nueva York, junto a su amada Louise.

Victoria Kent muere a los noventa años, un 22 de septiembre de 1987, pero vive en sus hechos, en sus palabras, ya que hasta la Constitución se fundamenta en sus ideales.

http://www.mirales.es/sociedad-activismo/victoria-kent-la-feminista-olvidada/

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